viernes, 26 de febrero de 2010

Henri Falcón y el ataque del “Chavismo sin Chávez”

A propósito de la renuncia de Henri Falcón al PSUV. Para empezar no se trata de una simple dimisión. Se trata del deslinde inicial de lo que ha de ser la fractura definitiva de una alianza pseudo revolucionaria.

Digamos que se cayeron las máscaras, que la posición de Falcón es parte de una octavita de carnaval que no concluyó el 11 de abril de 2002. Hace varios años bautizamos con el título de Chavismo sin Chávez un proyecto que consistía en imponer un Gobierno de transición con la condición de imbuirlo de una buena dosis del carácter social que Chávez ha querido darle a su mandato, pero sin la lucha de clases que lo acompaña.

La dirigencia del PPT siempre acarició la idea de un modelo de Gobierno laborista que contara con el apoyo del empresariado criollo. Por eso su decisión de asumir la tesis del Chavismo sin Chávez.

De allí de trazar una estrategia que le hiciera aparecer como un partido aliado al Gobierno revolucionario, hasta tanto se lograra la remoción de Chávez. Al mismo tiempo se manejaba la idea de un aliado con criterio de autonomía plena.

Por eso el PPT nunca quiso asimilarse al partido único que propuso Chávez. Para evitar entrar en discrepancias con el jefe del Estado, los laboristas acordaron y promovieron el éxodo de varios de sus más connotados dirigentes, primero al MVR y después al PSUV.

De esa manera se “fueron”, entre otros: Roy Daza, Alí Rodríguez, María Cristina Iglesias, Farruco Sesto, Aristóbulo Istúriz, Rodolfo Sanz, Jacqueline Farías, Julio Montes, Ronald Blanco, Eduardo Álvarez, Alejandro Hitcher, Ana Elisa Osorio, Bernardo Álvarez y Alberto Müller Rojas.

Henri Falcón, a quien ven como el candidato con mayor fuerza para enfrentarlo a Chávez en los comicios de 2012, así como la figura de un eventual Gobierno de transición si estas elecciones no llegaran a celebrarse.

En tal sentido los asesores de imagen le aconsejan a Falcón adoptar las poses de un Chávez conciliador. Se trata de vender un proyecto de “izquierda” sin plantearse la lucha de clases.

El proyecto Chavismo sin Chávez no es visto con buenos ojos en la oposición tradicional porque a sus dirigentes no se les garantiza que no serían relegados a la hora de las definiciones.

Paradójicamente, la tesis de la transición tiene su mejor aliado en el propio Chávez cuando no admite los errores cometidos durante su gestión y por lo contrario, se empeña en repetirlos casi a discreción. Chávez les tiende la alfombra a sus enemigos y les facilita su ascensión al poder.

El camino para Chávez se hace cuesta arriba. Entretanto, los designados de la transición necesitan definir cuál será su estrategia para ese evento. El partido azul deshoja la margarita. Está claro que no seguirá la ruta de Podemos porque esa fórmula no pudo liderar a la oposición tradicional.

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